NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA/RELIGIÓN/CULTURA/HISTORIA DE LA IGLESIA.
Hace aproximadamente unos 40 años, más en concreto, durante aquel 13 de mayo de 1981, ocurrió en la Plaza de San Pedro, el atentado al Papa Juan Pablo II (Karol Wojtyla Kaczarowska), quien para ese entonces ya llevaba tres años de pontificado -había asumido en 1978-, a manos de un terrorista turco llamado Mehmet Alí Mehmet Ali Ağca desde un piso superior en tanto el vehículo descapotable en el que se movilizaba iba pasando por el lugar. De esta manera, el perpetrador le disparó con un arma Browning Hi-Power que este llevaba alcanzando su abdomen, mano y brazo. Poco después fue trasladado al Policlínico Gemelli para tratar sus heridas. La historia cuenta a su vez que el pontífice, luego de sufrir aquel sorpresivo atentado y que desató la histeria colectiva de los asistentes a dicha audiencia, se había encomendado a la Vírgen de Fátima, patrona de Portugal, y así pedir por su propia salvación.
Esto le llevó a estar internado por un buen tiempo, no sin antes pasar por una serie de operaciones que le dejarían posteriormente varias secuelas en su cuerpo. A su vez, con el paso del tiempo, las consecuencias de dichas heridas le provocaron varios problemas de salud posteriores. Sin embargo, esto no fue impedimento para que pudiera desarrollar su ministerio eclesiástico, momento en que continuó viajando por varios países del mundo, incluido el nuestro (1987). Ahora, respecto de lo ocurrido con su intento de asesinato, él mismo señaló que había recurrido a la Vírgen de Fátima y que según él, esta le habría revelado mientras era trasladado al quirófano, que un «obispo vestido de blanco sería asesinado», lo que coincide con aquella aparición mariana a los 3 niños portugueses en la misma ciudad de Fátima.
Asimismo, cuando el asesino estuvo con el Papa en la prisión Rebibbia de Roma, le preguntó a Wojtyla cómo había sobrevivido. El pontífice le reveló que estuvo consciente, hasta el momento en que se efectuaría su operación, mientras Agca era visitado en 1983, y al mismo tiempo le pidió perdón al Santo Padre. Luego de la cirugía, Juan Pablo II agradeció enormemente al Dr. Crucitti, así como también al resto de su equipo médico, al que también había consultado (en especial, su viejo amigo y médico personal, el inmunólogo polaco Dr. Gabriel Turowski), quien viajó a Italia para contribuir con su experiencia, siendo precisamente él quien diagnosticó la infección de CMV, y al Dr. Renato Buzzoneti, médico oficial del Papa, que a la vez buscaría nuevamente el consejo del Dr. Crucitti en cuanto el Papa desarrolló un tumor benigno de colon. Años más tarde, el Papa volvió de sus vacaciones en Castel Gandolfo, residencia veraniega tradicional de los pontífices, durante agosto de 1998 para expresar sus condolencias a la familia del Dr. Crucitti al momento de fallecer, momento en que después celebró personalmente su funeral, a la vez que pronunció su tradicional homilía. En tanto, el médico italiano era famoso por haber tutelado a varios médicos y cirujanos prominentes en el Policlínico Gemelli, quienes recibieron buena parte de su formación e instrucción médica.
Es así además que a 17 años de su muerte, el Papa Juan Pablo II continúa siendo una referencia moral y espiritual muy importante para católicos y no católicos de todo el planeta. Asimismo, dirigió la Santa Sede como el sucesor N° 263 de San Pedro, mientras que su papado duró 27 años, siendo el tercero más largo en la historia de la Iglesia Católica, salvo detrás del propio San Pedro y del Papa Pío IX. No obstante, lo más destacado de su mandato pontificio, no fue su duración, sino más bien, el enorme impacto que tuvo en todo el mundo. Lo mismo sucedió con sus continuos viajes por el mundo, principalmente la visita a nuestro país a comienzos de abril en 1987, donde se presentó en el Estadio Nacional y se reunió con los jóvenes, siendo conocido por su inolvidable frase: «jóvenes chilenos, ¡¡no tengáis miedo…de miradlo a Él!!», indicando hacia el marcador del recinto deportivo donde se proyectaba el rostro de Jesucristo, causando un fuerte impacto en la teleaudiencia de ese tiempo. Una cosa similar sucedió en la ciudad de Temuco cuando visitó la Pampa Ganaderos donde se reunió con un número de varios asistentes (hoy el sector es un barrio residencial conocido como Villa Juan Pablo II en razón de su recordada visita) y las bendiciones papales «Urbi et Orbi» durante Semana Santa y Navidad.
Por otro lado, muchas de sus obras no se habrían podido dar, si los sucesos de aquel miércoles 13 de mayo del año 198 se hubieran dado de otra manera. Ese día, unos treinta mil fieles se habían congregado en la Plaza de San Pedro, para celebrar la fiesta de la Virgen de Fátima junto al Santo Padre. Sin embargo, lo peor vino cuando el reloj marcaba las 17:17 hrs. y las cuatro balas provenientes de la 9mm Bowning HP manejada por Ağca perforaron el cuerpo del pontífice. Al mismo tiempo, las heridas parecían con toda seguridad mortales. Sin embargo, el líder católico pudo salvar milagrosamente sin mayores contratiempos.
Finalmente -y contra todo pronóstico, así como varias teorías previas que se barajaron a raíz de lo sucedido-, Juan Pablo II se salvó de una muerte casi segura. Él mismo estaba convencido de que sobrevivió gracias a la intervención directa de la Vírgen de Fátima: “Una mano disparó, otra mano desvió la bala”, explicó Wojtyla en algún momento. En 2005, luego de pasar por varios problemas de salud, falleció el 2 de abril, coincidiendo con uno de los días de su visita pastoral a nuestro país. Todo ello, que llevó a un duelo en todo el mundo católico fue motivo de vigilias en varias iglesias del país y el mundo. En Temuco, una de las más conocidas vigilias fue la que se realizó en la Parroquia Perpetuo Socorro del Sector Pueblo Nuevo y que fue oficiada por el párroco de ese entonces, Padre Antonio Tapia, conocido por su cercanía con los feligreses, lo que dio lugar a una amplia presencia de fieles a dicho templo, además de otros grupos participantes al alero de dicha iglesia.
En tanto, Wojtyla ya una vez fallecido, en 2014 su figura cobró aún más vigencia con su canonización por parte de uno de sus sucesores, el Papa Francisco, su condición de venerable y a la vez su beatificación fue realizada por su otro sucesor, Benedicto XVI, entre los años 2009 y 2011. En razón de ello fue denominado oficialmente santo por la misma iglesia a la que por muchos años dirigió. Incluso, dos años después de su muerte, el 2 de abril de 2007, culminó la fase diocesana de su beatificación, donde se reunieron todos los testimonios sobre su vida y los presuntos milagros, destacando entre ellos, el de la monja francesa Marie-Simon Pierre (n. en 1963), quien aseguró haber sido curada de la enfermedad de Parkinson, gracias a la intercesión del mismo líder espiritual, que había muerto 2 meses antes.
Autor de varias encíclicas, libros y hasta trabajos discográficos, los cuales contienen oraciones, meditaciones y hasta poesía religiosa hecha por él mismo, fue lo que finalmente resaltó su figura además de mediar en importantes conflictos políticos como haber mediado para evitar el conflicto del Beagle en 1978 a poco de asumir, lo que evitó que Chile y Argentina se enfrentaran en una guerra, o la situación en curso vivida en Europa del Este, principalmente su país, Polonia a raíz del comunismo imperante en ese tiempo, donde contribuyó a fomentar la paz durante ese período a contar de 1979, donde el último mandatario del régimen Wojciech Jaruzelski, mencionó de él que su visita fue «detonadora de los cambios en el país», sumado a su reconocimiento como una de las personas más influyentes por la revista Time y su nombramiento como «Persona del año» en 1994, ha sido el motivo principal que ha inmortalizado su figura a lo largo de la historia, como además en el mundo católico y el resto de credos a nivel mundial.