NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA DE LA PUBLICIDAD/ONDA RETRO.
Quizás muchos televidentes de antaño y más aún, quienes vivieron o crecieron entre los años 80/90 habrán recordado una de las frases que inmortalizó papel de Nissim Sharim, haciendo de «Perico», el caballeroso conquistador de otro tiempo, que como era la costumbre de principios de siglo, interpretaba a un señor ya entrado en años y que aún albergaba la creencia de que a las damas se les podía conquistar con flores y más aún, a bordo de una bicicleta, razón más que obvia para que fuese objeto de tallas imparables mientras la gente lo veía pedalear y le gritaba a voz en cuello «¡Cómprate un auto, Perico!», en una clara alusión a que el cambio era menester según la temática del comercial, en tanto él sabiendo que su enamorada lo esperaba -interpretada por Delfina Guzmán-, ignoraba los constantes griteríos de la gente, como también los podía evadir con un saludo para no sonar a pesado, debía llegar a destino y reunirse con ella, aún sabiendo que no tenía vehículo. El contexto del comercial, era un anuncio del extinto Banco de Santiago, que surgió en un momento crucial donde se implementó un cambio en el modelo económico chileno, durante el Gobierno Militar. Según expertos, el spot resumió magistralmente la nueva cultura aspiracional, por medio de la apelación a la gente común y corriente, donde reunió a dos conocidos actores por su trabajo televisivo, principalmente en el grupo del Teatro ICTUS, pero con una clara tendencia política (ambos eran de oposición).
Cabe recordar además que dicho comercial no contaba una gran historia, sin embargo, gracias al humor y encanto de los actores, el spot era divertido y entrañable. Perico (Nissim Sharim) iniciaba el comercial vestido con un impecable terno, humita y un ramo de flores en una de sus manos, donde se desplazaba en bicicleta por Santiago a casa de su novia Ismenia (rol a cargo de Delfina Guzmán). Mientras en el trayecto, Sharim a la vez que suda la gota gorda, pedalea, pedalea y murmura en medio de una sorprendente ensoñación la frase: “Ismenia, mi amor”, mientras los conductores y transeúntes con los que se va topando al verlo pasar, se burlan de su austero medio de transporte, en tanto lo exhortan a comprarse un vehículo más acorde con su edad y posición social.
Así comienza este instante de inevitable bullying: “¡Cómprate un auto, Perico!”, le grita primero un taxista que da rienda suelta a dicha mofa, y que después repiten unos obreros de la construcción y un grupo de escolares ubicados en un paradero de micros. Mas lo chistoso sucede cuando Perico llega finalmente a su destino y no duda en tocar el timbre de la casa de su amada. Al recibirlo, Perico le entrega con sumo cariño el ramo de flores, pero el rostro de la sonriente y tierna Ismenia cambia de un momento a otro, cuando mira sorprendida el modesto vehículo deportivo de su pretendiente. Y sin perder el tiempo, su amada Ismenia le reconviene con ternura: “Cómprate un auto, Perico”, cosa que lo deja para adentro.
El comercial como sabemos, en su parte final promueve la adquisición de un crédito automotriz, mientras que ambos personajes acuden a la entidad bancaria a solicitarlo, cuya instancia se encontraba a cargo del extinto Banco de Santiago y que de paso, se popularizó rápidamente, a la vez que simbolizó el anhelo general de los chilenos en mejorar su estatus social. Si bien es cierto, cuesta imaginar el verdadero impacto del comercial a la hora de adquirir vehículos durante la década de los 80′, pero lo cierto del caso, es que la realidad de los años postreros, al final pareció darle la razón a dicho comercial, ya que tras eso, muchos fueron los verdaderos “Pericos” que no lo pensaron dos veces y a fin de adquirir el preciado vehículo, decidieron endeudarse para solucionar sus problemas de transporte y entremedio mejorar su posición social -en las últimas dos décadas como sabemos, el parque automotriz creció tres veces-, lo que dio cuenta del gran cambio que hasta la actualidad se ve de forma frecuente.
De hecho, hasta hoy muchas personas que suelen circular en bicicleta, son objeto constante de las frecuentes tallas que suelen recibir por el hecho de desplazarse en aquel vehículo de dos ruedas con aquella inolvidable frase, lo que da cuenta de aquel legado que dejó en su minuto este comercial bancario en la cultura popular, cuyo objetivo final es adquirir de dicho vehículo, aún siendo a través de un préstamo, y con todo, lograr el esperado ascenso de la clase media chilena a un mejor estatus social, lo que como sabemos es muy común hoy en día.
A continuación, revisa el video aquí: