NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA/MOVIMIENTOS LATINOAMERICANOS.
Seguramente a lo largo de la historia surgió un gran mito en torno a la vida del Che Guevara. Eran esos tiempos donde en Latinoamérica la revolución pegaba fuerte y por la misma razón, el socialismo emprendió su propia lucha en diferentes países del continente, así como lo hizo en algún momento Fidel Castro en los tiempos de la Revolución Cubana a partir de 1959, donde derrocó al General Fulgencio Batista, triunfando por aquel entonces dicho movimiento y que hasta hoy se ha mantenido, si bien la administración hoy se encuentra a cargo de su hermano Raúl. Ahora bien, volviendo una vez más al motivo que nos convoca como parte de esta nota, decíamos que la figura de Ernesto «Che» Guevara (cuyo apodo le vino por hacer un uso frecuente de este popular modismo argentino), en la cultura popular y universal ha sido motivo de idolatría por varios movimientos y adeptos del socialismo. De la misma manera, diferentes grupos seguidores del comunismo y de ideologías de izquierda, han mitificado enormemente su figura. Todo esto por su ideal revolucionario en que la guerrilla era la tónica común de lucha, contra aquellos gobiernos que ellos mismos consideraban dictatoriales, en especial afines a la derecha.
Durante el 2017, se cumplieron 50 años de su deceso, más en concreto, falleció en 1967 en La Higuera, Bolivia, siendo ejecutado por arma de fuego y ejecución extrajudicial, durante el combate de Quebrada del Churo, Guevara siendo herido de bala en su pierna izquierda, además de ser hecho prisionero junto con Simeón Cuba Sanabria (Willy), efectuándose asimismo su traslado a dicha ciudad boliviana, donde fueron recluidos en una escuela que funcionaba como prisión improvisada, en aulas separadas. Fue allí donde también colocarían los cadáveres de los guerrilleros muertos. Tanto así, que entre las pertenencias requisadas por los militares, se hallaba el Diario que el Che llevaba en su ingreso a Bolivia.
Fue así que el 9 de octubre por la mañana, el Gobierno de Bolivia anunció que Ernesto «Che» Guevara, había muerto en combate un día antes. Precisamente, fue el presidente René Barrientos Ortuño, quien ordenó la ejecución del Che Guevara. Por lo tanto, existen dudas y versiones contradictorias sobre el apoyo dado por Estados Unidos, para efectuar dicha ejecución. Sin embargo, un informe secreto elaborado por Félix Rodríguez, mencionó que la CIA estaba presente en el lugar en cuanto se llevó a cabo dicha ejecución. Según se desprende, fue Rodríguez quien recibió la orden de fusilar a Guevara y que además la divulgó ante los oficiales bolivianos, junto con comunicarle previamente al Che Guevara que sería fusilado.
Ahora existe la otra cara de la moneda: se dice que el «Che» era una verdadera máquina de matar, algo así como un Rambo latinoamericano, por la misma razón, y de acuerdo a lo que señalan los registros históricos, se caracterizaba por su temible frialdad a la hora de abrir fuego, mientras que al mismo tiempo odiaba a homosexuales y personas de raza negra. De hecho, en el último tiempo cupo la siguiente pregunta: ¿quién era el Che Guevara realmente? ¿un ícono de rebeldía o psicópata? Tal vez sea sensato responder a esta pregunta leyendo atentamente lo que el mismo líder guerrillero argentino-cubano dijo y escribió, junto con sacar conclusiones respecto de su proceder revolucionario. Por ejemplo, podemos efectuar la siguiente desclasificación con su mítico diario de viaje, que quedaría tan romántico como falsamente retratado en la hagiográfica película Diarios de Motocicleta, cuyos pasajes no entraron en la cinta por ser considerados racistas a la hora de explicar dicha historia.
Por ejemplo, Guevara consideró a los descendientes africanos como «una raza inferior, soñadora» -y que como él menciona- «han mantenido su pureza gracias al poco apego que le tienen al baño, donde han visto invadidos sus reales por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués». No contento con eso, el líder comunista refirió también que «el desprecio y la pobreza los une en la lucha cotidiana, pero el diferente modo de encarar la vida los separa completamente, el negro indolente y soñador, se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en «pegar unos palos» (embriagarse), el europeo tiene una tradición de trabajo y de ahorro que lo persigue hasta este rincón de América y lo impulsa a progresar, aún independientemente de sus propias aspiraciones individuales», fueron en ese minuto sus atrevidas declaraciones.
De paso, su racismo y el de otros revolucionarios castristas quedó reflejado en una continua discriminación sufrida por los habitantes cubanos de raza negra -a quienes en todo caso se les atribuye popularmente su capacidad para bailar y enamorar, rasgo típico del contexto latino que se suele mostrar en la música y la televisión- bajo el régimen comunista cubano. Y no sólo eso, también por ese entonces, organizó la construcción del campo de trabajos forzados de Guanahacabibes, el cual fue originalmente a homosexuales (a quienes odiaba) teniendo además un lema inspirado en el del Campo de Concentración de Auschwitz que rezaba «El trabajo los hará hombres», lo que también se refleja en el documental «Conducta impropia».
En su época de guerrillero, Guevara describió en tanto su primer asesinato, el cual narró de esta manera:
«Acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de pistola (calibre) 32, con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un rato y quedó muerto. Al proceder a requisarle las pertenencias no podía sacarle el reloj amarrado con una cadena al cinturón, entonces él me dijo con una voz sin temblar muy lejos del miedo: «Arráncala, chico, total…». Eso hice y sus pertenencias pasaron a mi poder».
Fue a partir de ahí donde el Che le escribió a su padre en una carta: «Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar«, lo que en muchos casos, se toma como la frase perfecta para un ídolo de camisetas, y que tal como ocurrió con «Che» la llevaba puesta una vez que le confesó aquello a su progenitor, donde hizo gala de su poco empática actitud y crueldad, sobre todo con quienes que mandó al paredón. Entretanto, aquellos que han visto a Ernesto «Che» Guevara en fotografías y que lo han hecho un motivo de sus propias luchas e inquietudes personales, al mismo tiempo quienes han ahondado en torno a su figura, saben que lo primero que hizo una vez en el poder, fue dirigir una prisión.
En tanto, durante una comparecencia emitida por el Canal 6 de la televisión cubana (antiguamente Cubavisión y restituido a su nombre en 1988) durante febrero de 1959, el Che declaró alguna vez que «en La Cabaña todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas mías», estando ya este a cargo de la susodicha prisión. Tras eso, ocurrieron centenares de fusilamientos en aquellos juicios sumarios que se llevaron continuamente a cabo, y que de paso sea dicho, no presentaban garantía alguna para los condenados, por lo que claro está, muchos ejecutores terminaban como asesinos puros y duros, dada la frialdad de su proceder a la hora de efectuar disparos a matar. Una vez le dijo a un periodista que lo consigno en su libro llamado «Fidel y el Che», que «para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro».
En conclusión, y a la luz de las mismas declaraciones del «Che», se muestra una clara confesión del controvertido líder revolucionario, que no tuvo ningún tapujo en revelar sus intenciones -que no eran muy amigables al momento de ejecutar prisioneros-, y que sólo la historia misma se encargaría de revelar en algún momento.
Lo demás, queda a criterio de quien lo lee o percibe según sus propias convicciones.