NOTA PERIODÍSTICA/CRÍMENES/ACTUALIDAD.
En la siguiente nota, hablaremos de un crimen racial que sacudió a la opinión pública en todo el mundo, especialmente en medio de la pandemia: el asesinato de George Floyd, cuyo hecho ocurrió en el barrio Third Ward, en Houston, Texas, en el cual buena parte de los habitantes, son afroamericanos.
En razón de eso, a George Floyd le veían un gran futuro en el deporte: para el joven gigante, que a los 12 años ya medía casi dos metros, ese era el escape a una vida mejor: de hecho, casi el único pasaporte que tenían los que como él vivían en la periferia, la aspiración principal era ser miembro de una pandilla y por ende, muchos no llegaban a cumplir los 20 años. Pues para sobrevivir allí había que ser duro, y por ende, él era un gigante bueno.
George Floyd había nacido en Fayetteville, Carolina del Norte: sus padres fueron George Perry y Larcenia Floyd. Con ella, luego que el matrimonio acabara rompiéndose, se mudaron a un edificio de viviendas públicas llamado Cuney Homes. Sin dudas, el carácter bromista de Floyd le hizo ganar muchos amigos…y pese a su tamaño, nadie lo podía recordar en medio de una pelea, pues uno de sus compañeros de 6° año de la Secundaria Jack Yates, Jonathan Veal, lo recuerda diciendo que «quería conquistar el mundo, tener impacto a nivel global…Yo nunca había visto a alguien tan alto como él”. Por ese entonces, el promisorio joven alternaba entre el basketbol y un papel destacado en el equipo de fútbol americano, donde era un gran anotador de touchdowns con una gran facilidad. Gracias a él, el equipo de la escuela disputó la final estatal de 1992: jugó en un estadio profesional llamado Astrodome, perdieron 38 a 20 contra la escuela Temple, pero él se lució con gran habilidad durante el juego.
Dieciocho años después, aquel muchacho alto moría por asfixia bajo el cuerpo de un policía llamado Derek Chauvin. Tras colocarle las esposas y con Floyd indefenso, el policía le aplastó el cuello con su rodilla derecha, dejándolo sin respiración para luego matarlo. Asimismo, la agonía duró casi 9 minutos, causando una de las manifestaciones públicas más recordadas en Estados Unidos…y hoy, George Floyd cumpliría 51 años.
Un amigo de toda la vida de Floyd, Christopher Harris, sintetizó dicha brutalidad policial, explicando a su manera, el barril de pólvora en el que se conviertieron las calles de Estados Unidos en los días siguientes:
“Él rogó y suplicó por su vida. Cuando te esfuerzas tanto en confiar en este sistema, un sistema que sabes que no está diseñado para ti, cuando buscas constantemente la justicia por medios legales y no puedes conseguirla, comienzas a tomar la ley en tus propias manos.”
En tanto, su habilidad para los deportes lo hizo apto para conseguir una beca en el South Florida Community College. Allí lo incorporaron en el equipo de basketball. Desde allí, dio un salto para probarse en la Universidad de Texas A&M. Sin embargo, no duró mucho, volviendo a su barrio natal. Al tiempo, intentó probarse como rapero, haciéndose llamar Big Floyd, grabando algunos temas con un productor local llamado DJ Screw: sus letras siempre hablaban de autos, chicas y pandillas. Sin embargo, todo el tiempo la droga daba vueltas y Floyd no fue inmune. Tras esto, sus problemas con la policía fueron comunmente habituales, ya que por una causa relacionada con las drogas, pasó 10 meses en la prisión estatal de Texas. En el 2008, luego de ser encontrado culpable de un robo a mano armada, purgó un total de cuatro años tras las rejas, saliendo en libertad en 2013, dispuesto a cambiar de vida.
Para eso, George Floyd empezó a frecuentar una iglesia llamada Resurrection Houston. Paralelamente, conoció a su esposa Roxie Washington, siendo padre de una niña llamada Gianna, quien lo acompañaba a los servicios. Sin embargo, el trabajo en el barrio era escaso, lo que lo llevó a mudarse a Minnesota en busca de empleo. Vivía junto a su familia en St. Louis Park en una casa de madera. Poco después, halló un puesto como guardia de seguridad en el Harbor Light Center, perteneciente al Ejército de Salvación, y pese a que se ganó el afecto de todo el mundo, quería conseguir un poco más de dinero.
Desde allí, lo emplearon como portero en un restaurante denominado Conga Latin Bistró. Sin embargo, el azar quiso que trabajase también allí el policía que lo asesinó, Derek Chauvin. De esta forma, el 25 de mayo de 2020, sus destinos se cruzaron. A comienzos de ese año, George Floyd enfermó de Coronavirus, quedando sin empleo. Ese día, poco después de las 8 de la noche, entró a Cup Food para comprar una cajetilla de cigarros. Él era un cliente habitual de la tienda y el dueño de esta, Mike Abumayyaleh, lo conocía bien. Pero ese día no estaba al frente del local, dejando a un joven con poca experiencia. Según el empleado que lo atendió en ese minuto, Floyd pagó con un billete de U$S20 falso, pese a que esto jamás se probó fehacientemente. A los segundos después, el empleado llamó al 911 haciendo la denuncia.
En ella, el empleado refirió que Floyd estaba borracho, negándose a devolverle el paquete cuando se lo exigió. Casi a las 20:10 hrs. llegó una patrulla. Floyd estaba sentado en un auto en el lugar junto a dos amigos. Luego que lo identificasen, el oficial Thomas Lane le apuntó con un arma, cuando ya se notaba que eso era completamente innecesario. Lo sacó con fuerza del auto y acto seguido intentó esposarlo. Floyd se resistió, pero luego se quedó quieto siendo esposado poco después. Pues allí le dijeron que sería arrestado por haber usado una moneda falsificada.
En el intertanto, poco antes de las 20:15 hrs. lo quisieron meter en el vehículo policial, Floyd consecuentemente se puso nervioso, diciéndoles a los oficiales que era “claustrofóbico”. Se inició un forcejeo, el cual duró unos cinco minutos. En eso llegó Chauvin que lo empujó al piso, aprisionando su cuello con la rodilla. A su vez, otros dos policías, Thomas Lane y Alexander Kueng, lo sujetaron al piso sobre su espalda. A partir de ahí, varias personas que pasaban por la calle filmaron lo que estaba pasando con un celular. Aquí vienen los últimos instantes de Floyd: «I can’t breath!» (“No puedo respirar”), le decía a Chauvin, cuya frase empezó a resonar en todo el mundo tras el hecho. Momento antes, imploró por su mamá en tanto era atacado, pero el oficial ni se inmutó. Continuó con su tarea adelante, matándolo brutalmente. Durante el juicio que le siguió a Chauvin, se estableció que mantuvo el cuello de Floyd aprisionado durante 8 minutos y 46 segundos exactos. Luego de que Chauvin se retiró, Floyd quedó inmóvil. Pidieron poco después una ambulancia y lo trasladaron al Centro Médico del Condado de Hennepin. Una hora después, cerca de las 21:30 hrs. el hombre afroamericano fue declarado muerto con sólo 46 años.
Tras ello, la reacción por todo Estados Unidos no se hizo esperar. Millones de personas salieron a la calle en al menos 50 ciudades. En consecuencia, se generó un movimiento antirracista bautizado como Black Lives Matter. Mientras tanto en Minneapolis, unos 200 negocios fueron destruidos, varios estados apelaron a la Guardia Nacional a fin de detener el vandalismo. Sumándose la muerte de Floyd, lo que fue otra muestra de violencia policial contra la minoría que era de raza negra, la cantidad de muertes por COVID-19 en dicha comunidad por el menor acceso de esta a la salud y la consecuente falta de empleo por pandemia fueron más ingredientes que se sumaron a la protesta. Chauvin en tanto, fue acusado de tres cargos: homicidio involuntario en medio de un delito grave, homicidio involuntario con desprecio por la vida y homicidio accidental. Dicho juicio se inició el 8 de marzo de 2021 en el Centro de Gobierno del Condado de Hennepin en Mineápolis, Minnesota.
Comparecieron ante el estrado del Juez Peter Cahill, un total de 38 testigos de los 400 propuestos. Mientras tanto, el 20 de abril de 2021, Chauvin escuchó la sentencia con una mascarilla puesta: fue condenado a una pena de 22 años y medio por homicidio simple, además de 21 años por violación de derechos civiles. Actualmente, se encuentra en una celda de máxima seguridad en la Prisión de Oak Park Heights. Dicen al interior que quien se atreva a limar los barrotes de esa cárcel, tendría que insumir 12.000 horas de trabajo constante. Tras su muerte, George Floyd fue enterrado en un ataúd dorado, mientras que la esquina de Minneapolis donde perdió la vida, fue bautizada con su nombre. De la misma manera, las leyes de Minnesota sobre las inmovilizaciones en el cuello por parte de la policía se abolieron. A su vez, Floyd descansa en el cementerio del suburbio de Pearland, junto a la tumba de su madre. Su trágica muerte cambió la historia, aún sabiendo los índices de racismo que persisten en algunos sitios del país.