JACQUES-YVES COUSTEAU: SU MUNDO SUBMARINO Y LEGADO

NOTA PERIODÍSTICA/TELEVISIÓN/SIGLO XX/DIVULGACIÓN CIENTÍFICA/NAVEGACIÓN.

Con su gesto serio y amenos relatos, el navegante francés Jacques-Yves Cousteau (1910-1997) logró que la humanidad descubriera por primera vez los secretos del mundo submarino a mediados del siglo XX.

Por medio de sus series de TV y sus películas entró en millones de hogares del todo el mundo, convirtiéndose en el mejor comunicador de la vida oceánica. Sin embargo, no sólo fueron sus expediciones legendarias a bordo del Calypso que le dieron fama, pues Cousteau también fue el artífice de numerosos inventos que sentaron las bases de la exploración moderna del medio submarino.

Lo cierto del caso es que el famoso comandante se interesó por la investigación marina en un momento donde prácticamente estaba todo por hacer y descubrir. Fue así que fines de la década de 1930, los fondos oceánicos eran un sitio inhóspito y desconocido para muchos mortales.

Las expediciones de Cousteau sin duda, se tradujeron en más de un centenar de documentales, así como diversos largometrajes y más de cincuenta libros. Además, hizo importantes contribuciones a la ciencia alertando al mundo sobre problemas medioambientales como la contaminación del mar o la sobrepesca.

Tal fue su influencia que presidentes y jefes de Estado de las más poderosas naciones lo agasajaron, mientras que importantes instituciones científicas financiaron sus inventos y expediciones.

En 1950 fue cuando se produjo el histórico encuentro del comandante con el barco cuyo nombre sería tan famoso como el de su timonel: el Calypso. Cousteau en ese momento, convirtió esa antigua embarcación en el primer navío de la historia dedicado a la investigación oceanográfica.

En 1953, el capitán francés decidió publicó el libro «El mundo del silencio», en el que narraba sus viajes y experiencias en el mar, vendiendo más de cinco millones de ejemplares. Este hecho, marcó el inicio de la figura de Jacques Cousteau como divulgador del medio marino. Aficionado al cine desde adolescente, decidió entusiasmar a un joven director, Louis Malle, que habría de convertirse con el tiempo, en uno de los grandes maestros del cine francés, para que lo acompañara en sus aventuras. El éxito lo volvió a sorprender: en 1956 ambos ganaron la Palma de Oro en el Festival de Cannes y un año después, el primer Oscar con su documental «El mundo del silencio». La fama de Cousteau en tanto, comenzó a trascender convirtiéndose en una autoridad mundial en el campo de la investigación oceanográfica.

Asimismo, no abandonó su faceta creadora ya que a principios de los años 60, sorprendió al mundo con unos revolucionarios platillos de buceo con forma de nave extraterrestre para descender a mayor profundidad. Desarrolló también propulsores a hélice de modo que los buceadores se pudieran desplazar a mayor velocidad. En 1963 además, construyó la primera base humana en el fondo marino permaneciendo en ella con un equipo de expertos por 30 días. Sin embargo, la legendaria serie de documentales producidos para televisión, que se prolongó desde 1968 hasta 1972, lo acabaría convirtiéndolo en una celebridad mundial.

En 1973 fundó la Sociedad Cousteau, con el fin de aumentar el conocimiento de los ecosistemas del mundo submarino y batallar contra todas las manifestaciones irracionales de la sociedad industrial, entre ellas la destrucción de la vida marina. Desde allí denunció los efectos de la pesca abusiva, que eran devastadores, promoviendo movilizaciones contra la energía nuclear, advirtiendo incluso sobre los problemas de sobrepoblación de la Tierra.

En tanto, el explorador francés y el ingeniero Émile Gagnan inventaron en 1943 un sistema completamente revolucionario para realizar inmersiones libres sin depender del suministro de oxígeno desde la superficie.

En 1942, Jacques Cousteau compartía su tiempo libre buceando y navegando en las aguas de la Costa Azul con Émile Gagnan, un ingeniero que trabajaba en la empresa de su suegro. Gagnan había conseguido en ese momento adaptar los motores a gasógeno de los autos a través de un regulador, el Rouquayrol-Denayrouze patentado en 1864. Cousteau asimismo, le propuso aplicar ese mismo regulador entre una botella de aire comprimido y los pulmones del buceador, dando inicio al invento de la escafandra autónoma.

Dicha idea representó el surgimiento del hombre-rana. Cousteau y Gagnan patentaron su invento el cual conseguía dar total autonomía a los submarinistas. La válvula que incluía una membrana flexible, se abría cuando el nadador aspiraba para obtener el aire. Ese fue el “eslabón perdido” del buceo y el inicio del submarinismo tal como se conoce actualmente.

El invento fue bautizado con el nombre de «Aqua-Lung» y su primera prueba exitosa aunque fue breve, la hizo el propio Cousteau en una pequeña playa de La Riviera en junio de 1943. Hasta ese minuto, los buzos con sus pesados trajes, dependían del oxígeno enviado desde la superficie mediante largos tubos conectados a compresores.

En los años siguientes, el propio comandante francés trabajó constantemente en el perfeccionamiento de ese equipo autónomo, rediseñando por más de tres décadas sus diferentes partes: la máscara, las conexiones a los tubos de aire, las cargas de oxígeno, e incluso las aletas para conseguir mayor impulso.

Esta serie documental de 36 capítulos comenzó en 1968 y concluyó en 1975. Contaba con un alto nivel de audiencia y fue reconocida por incrementar la conciencia medioambiental. Además fue emitida en nuestro país por Canal 13 TV entre fines de los 80 y comienzos de los 90 (hasta 1993 aproximadamente).

Esta vieja embarcación estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, que fue acondicionada con la mejor tecnología del momento, se convirtió en el buque oceanográfico más famoso del mundo.

Fue así que en 1950, unieron sus destinos el entonces capitán de corbeta de la marina francesa Jacques Costeau y el barco Calypso, que sería su casa, su laboratorio, su transporte y su compañero de aventuras por más de cuarenta años. Dicho barco era propiedad del transportista maltés Joseph Gazan, acabando en poder de Cousteau gracias al mecenazgo del millonario Loël Guinnes, que compró el Calypso, cediéndolo al explorador francés en una operación de leasing simbólica en razón de un franco anual.

Cousteau equipó el Calypso con la más moderna tecnología de su tiempo, llegando a transformarlo en un auténtico ícono de la exploración oceanográfica. El buque poseía un laboratorio móvil, un helipuerto, vehículos de propulsión para buceo, mini-submarinos y cámaras de filmación subacuáticas. Con este coloso de la navegación inició sus exploraciones en 1951. Luego de 45 años de servicio, un accidente provocó su hundimiento el 8 de enero de 1996 en Singapur. En la actualidad, Francine Cousteau, viuda y heredera del oceanógrafo, ha logrado restaurarlo para que vuelva a navegar, lo que garantizado su inmortalidad y trascendencia en el tiempo, erigiéndose como una leyenda de la navegación y mil aventuras en el mar.

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