COLEGIO LOUIS PASTEUR DE TRAIGUÉN: ÚLTIMO BASTIÓN DE ENSEÑANZA DEL FRANCÉS EN LA ARAUCANÍA

NOTA PERIODÍSTICA/EDUCACIÓN/COLEGIOS/HISTORIA/PATRIMONIO.

Quizás uno de los más emblemáticos establecimientos educacionales que ha trascendido en La Araucanía y hasta la fecha ha sido la única formadora de alumnos, en especial el idioma francés -que ya no se imparte en los planes curriculares nacionales desde 2001-, teniendo un estrecho acuerdo con la Alianza Francesa y los Gobiernos de Chile y Francia, es el Colegio Louis Pasteur de Traiguén, realmente único en su especie que sigue la línea tradicional de enseñanza del idioma, como también su rigurosidad en la formación de todos sus alumnos. Muchos de ellos, que hoy son grandes profesionales han contado experiencias positivas en base a su paso por este emblemático establecimiento de la comuna, donde la enseñanza ha sido y es una de las mejores, más aún considerando la amplia cantidad de alumnos que de kinder a 4° año de Enseñanza Media sale hablando dicho idioma, otorgándole el prestigio que hasta hoy tiene.

A continuación, desclasificaremos la historia y origenes de este emblemático establecimiento educacional, símbolo único de la comuna de Traiguén y de enseñanza del francés en la zona:

El origen del Colegio Louis Pasteur va estrechamente ligado al proceso de formación de la comuna de Traiguén. La comuna, que fue fundada a fines de 1878 en calidad de fuerte, se encuentra estrechamente unida desde sus orígenes a la llegada de colonos de diferentes lugares, como también de un contingente no menor de europeos, principalmente de Francia, Suiza, Alemania, Inglaterra y España, cuyo número era no menor a 1700.

Es así que hacia mediados de 1880, la comuna ya contaba con alrededor de 3000 habitantes, siendo una de las más pujantes del sur de Chile, siendo esta actividad impulsada principalmente por este mencionado grupo de colonos. Como sabemos, este antecedente es clave para entender la inquietud que en ese instante les motivó a formar una institución educativa que formara a sus hijos bajo la identidad propia de su patria europea.

Entonces apareció en el sector francés, la idea de crear un colegio que impartiera su propio idioma, consolidando así aspectos de su cultura en razón de lo cual, los colonos tomaron contacto con la Alianza Francesa de París. De este modo, el 21 de agosto de 1891 y con la aprobación del gobierno de Francia, se materializa la fundación del Colegio «Escuela de la Alianza Francesa de Traiguén”, siendo en este caso, el primer colegio de la Alianza Francesa en Sudamérica.

A partir de allí, la primera necesidad fue la búsqueda de un lugar físico, lo que no se conseguiría definitivamente, sino hasta 1909. Allí, se compra el actual edificio ubicado en Calle Basilio Urrutia. Dos años más tarde, en el año 1913, el Ministerio de Justicia le concede la Personalidad Jurídica a la Corporación Alliance Française de Traiguén, la cual se encargaría de darle impulso y continuidad a la tarea de educar. Es así que de acuerdo al acta protocolizada en la Notaría de Traiguén por ese año, la reunión constituida por dicha sociedad, se efectuó en la casa de Juan Landry, quien fue miembro del primer directorio de la Corporación.

Dicha misión era propagar el idioma francés, y sosteniendo de este modo una escuela con dicho objetivo. De esta manera se definió el nombre, donde se eligió a la vez un primer directorio, cuyo Presidente fue D. Enrique Laconte, siendo su Vicepresidente Françoise Blanc, Armando Lalanne, Secretario, Juan Landry, Tesorero y Juan Bonnefon, Presidente Honorario, siendo todos ellos, nombres emblemáticos. De allí, el propósito inicial ya había sido concretado: tras el esfuerzo que significó impulsar esta tarea, ya se hallaba legalizada una sociedad y una escuela para propagar la lengua gala en esta zona. Mas cabe señalar que hasta 1909, el colegio funcionó en diferentes casas arrendadas, sin un inmueble propio.

Una vez obtenido el inmueble, se hizo urgente y necesario remodelarlo, pues el original no poseía las condiciones ni comodidades para enseñar. Incluso, los gastos iniciales en refacciones y adaptaciones resultaban completamente elevados y constantes. Así fue cómo se pensó en un ambicioso proyecto que resultaba un verdadero desafío, también acorde al progreso que demostraba Traiguén y su creciente número de habitantes.

A fin de construir un edificio completamente restaurado, se necesitó la ayuda de varios colaboradores, que con mucha generosidad e incluso gratuitamente, entregaron su trabajo para crear lo que vemos hoy. Este es el caso de César Coppetta, quien fue el arquitecto encargado de realizar los planos de un nuevo edificio, cuyo trabajo realizó gratuitamente, por lo que comenzó a construirse en 1936, con apoyo económico de la Embajada de Francia y de muchas otras personas, entre ellos Ricardo Lévy, quien fue el primero en impulsar el proyecto de demolición y reconstrucción de este colegio, siendo el principal responsable de aglutinar voluntades y esfuerzos respecto de este objetivo.

En 1943, se produciría una nueva ampliación, la cual nueve años después, quedaría formalizada en el registro de propiedades, razón por la que el edificio resultante fue la base de lo que hoy en día es este emblemático colegio. En definitiva, los proyectos realizados hasta ese momento no fueron sencillos. No obstante, la década de 1970 -en plena Guerra Fría- produjo también otras reestructuraciones y consecuencias a nivel local.

Ocurrió así que en el inicio de la década de 1980, se presentó una seria disyuntiva entre los consejeros de la Corporación: pues tuvieron que decidir si el colegio seguía como escuela particular subvencionada por el Gobierno francés y pagada proporcionalmente por los alumnos, o bien, por la escasez de estudiantes debería convertirse en una escuela cooperadora de la función educacional del Estado chileno.

Al final, se optó por lo último, mas ello significó perder la subvención francesa. Con la subvención estatal, el colegio no se pudo financiar adecuadamente, sobreviniendo en ese momento una crisis que tocó fondo a finales de 1982, en plena época de crisis nacional. Para ese minuto se produjo el cierre de puertas del establecimiento así como el despido de integrantes del cuerpo docente, cuya fecha se concretó el 27 de febrero de 1983.

Sin embargo, es aquí donde la labor de los distintos estamentos que forman la comunidad educativa jugaron una labor clave: esta vez, los padres y apoderados, junto a los profesores, iniciaron un movimiento a fin de financiar gastos pendientes -tales como el salario del personal- y asimismo finalizar el año académico de 1982. Además, un comité se puso al frente de los trámites de modo que se pudiera rehabilitar el colegio, cuya gestión fue apoyada por la Alianza Francesa, quienes consiguieron y organizaron los recursos necesarios para saldar deudas y salir adelante. He aquí el más claro ejemplo del trabajo conjunto de padres, apoderados, profesores, directivos y funcionarios de la Corporación, quienes se esforzaron por mantener viva esta herencia…y lo hicieron de forma exitosa, de modo que se pudiera continuar la senda iniciada en 1891.

Resultado de esto, la nueva directora para la etapa 1983-1989 fue la Madame Dagmar Baerent. De esta manera, el legado de la educación francesa se mantuvo como una realidad hasta ese año: pues se enseñaba preferentemente el idioma francés, trabajándose con un plan de estudios aprobado por los gobiernos de Chile y la República Francesa. O sea, las clases eran en francés, mientras que el alumno egresaba prácticamente hablando el idioma. De ahí en adelante y luego de la situación anterior, se debió alterar la histórica tradición. Las clases se comenzaron a impartir en castellano, aunque con un plan de estudios aprobado por el Ministerio de Educación chileno, el cual contemplaba 5 y 7 horas de francés según el curso y de esta manera, el establecimiento pasó a recibir subvención fiscal por cada alumno.

En tanto, el Colegio Luis Pasteur a través de sus más de 120 años de existencia, destaca no sólo en torno a la labor educativa en sus aulas, sino que también en la comunidad traiguenina, ya que su prestigio se resume en las palabras del célebre educador Armando Dufey Blanc: “La Alianza Francesa es sinónimo de Traiguén».

En la actualidad, el Colegio Louis Pasteur cuenta con una matrícula de 116 estudiantes en Educación Parvularia, 500 estudiantes en Enseñanza Básica y un total de 215 en Enseñanza Media, dando un total de 831 estudiantes quienes llevan el sello de la centenaria educación en toda La Araucanía. Es preciso además, recordar y destacar de manera permanente, los nombres de todas aquellas personas, junto a sus particulares circunstancias, que permitieron entregar a dicho colegio un legado que hoy, luego de 133 años, aún permanece incólume. En dicha reseña se exalta a toda esa gran cantidad de personas que han aportado con su energía, recursos y tiempo a este proyecto, del cual hoy muchos traigueninos son parte.

Y si bien es cierto, hoy en día la herencia francesa de los primeros colonos es sostenida en su mayoría por familias criollas, es doblemente positivo y destacable el hecho de que la actual comunidad chilena siga manteniendo con entusiasmo el fruto de dicha obra, valorándola y preservando su continuidad como si fuera propia.

De esta manera, el registro histórico oficial del Colegio hace la siguiente invitación a través de su página web:

«Invitamos al lector y a toda la comunidad educativa a continuar con esta gran tradición, ya más que centenaria, que se llama Alianza Francesa Colegio Louis Pasteur».

No por nada, este es uno de los más históricos legados en la comuna de Traiguén, que sigue adelante con la tradición de la educación francesa en la IX Región: el emblemático Colegio Louis Pasteur, líder a su vez en la enseñanza del idioma galo a todos sus educandos, allí, desde la Calle Basilio Urrutia 643 de dicha comuna.

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