MANUEL RODRÍGUEZ, JOSÉ MANUEL BALMACEDA Y SALVADOR ALLENDE: ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN SUS IDEARIOS?

NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA/CRÓNICA E HISTORIA POLÍTICA.

A lo largo de la historia de nuestro país, la emblemática imagen de tres representantes de la historia y la política nacional: Manuel Rodríguez, Salvador Allende y José Manuel Balmaceda han sido materia de estudio y debate durante muchos años en la contingencia y la historiografía criolla. A continuación, analizaremos a cada uno de los personajes de nuestra Historia de Chile, quienes de uno u otro modo han dejado huella, más allá de los aciertos y errores que hayan podido cometer, en tanto llevaron a cabo sus propios ideales arriesgando incluso su vida, pero que de igual manera su legado, para bien o para mal, abrió una hondonada o la puerta hacia un nuevo ideal político a la vez que histórico a nivel nacional:

Manuel Rodríguez (1875-1818):

Figura legendaria de la Historia de Chile, fue hijo de una adinerada familia: los Rodríguez-Erdoiza. Abogado de profesión, Diputado, Capitán del Ejército y Director Supremo. Eso sí, ninguno de los cargos oficiales le dieron tanta fama, como su trabajo clandestino durante la Reconquista. Pues, varias veces cruzó la Cordillera de Los Andes trayendo y llevando mensajes secretos de D. José de San Martín, en el que preparaba la ofensiva para el Ejército Libertador. Es por ello que llegó a ser el hombre más buscado del Reino de Chile. De allí cabe destacar que su vida está abarrotada de aventuras donde aparece burlando a sus perseguidores en más de una ocasión, disfrazado de fraile o huaso, incluso estando desnudo en la noche, camuflándose entre decenas de soldados talaveras y cruzando a nado el Río Mataquito. Sin embargo, su trabajo para la causa patriótica empezó mucho antes de la Reconquista, donde aplicó toda su locuacidad y persuasión en la prédica de los ideales independentistas entre las clases populares.

De igual manera, su relación con otros caudillos de la Independencia tuvo un oscilamiento entre la alianza más estrecha y el más profundo de los odios. Asimismo, trabajó codo a codo con José Miguel Carrera, quien había sido su compañero de Enseñanza Primaria (lo que hoy es Enseñanza Gral. Básica) en el Colegio Carolino, no impidiendo que Carrera lo enviara a la cárcel varias veces. De igual manera, con Bernardo O’Higgins (quien es considerado por muchos el Padre de la Patria), su relación personal fue cada vez más compleja, debido a sus posturas políticas tremendamente opuestas respecto del ejerció del poder y sus prácticas, además de que los vínculos entre Rodríguez y los Carrera propiciaron enormes desacuerdos.

En 1818, año de la Independencia oficial de Chile declarada un día 12 de febrero, Manuel Rodríguez fue asesinado en Til-Til, a la edad de 33 años. Su figura, caracterizada por ser romántica y popular, se convirtió en mito, inspirando a poetas y compositores chilenos, incluso a cineastas, constituyendo el origen de la primera película chilena «El húsar de la muerte», de Pedro Sienna. Del mismo modo, inspiró la «Tonada de Manuel Rodríguez» de autoría de Pablo Neruda y música de Vicente Bianchi, lo que a través del folclor ha hecho patente la preservación de su legado al querer lograr la Independencia, siendo incluso su vida llevada a la televisión mediante series y telenovelas inspiradas en su honor. Incluso el tema «El Cautivo de Til-Til» de autoría de Patricio Manns, llevó su historia a lo más alto de la Nueva Canción Chilena a partir de los años 70.

José Manuel Balmaceda (1840-1891):

Fue Presidente de Chile de 1886 a 1891, asumiendo el cargo el mismo día 18 de septiembre de 1886. Su gobierno estuvo marcado desde el comienzo por una grave crisis política, lo que se manifestó en una encarnizada lucha con el Congreso. Previo a eso, tuvo una breve formación sacerdotal en el Seminario Conciliar de Santiago, cursando por varios años, estudios de Teología. De ahí en más, se desempeñó hacia 1864 como Secretario Particular del Presidente Manuel Montt ante el Congreso Americano, el cual fue celebrado en Lima como misión encomendada por el gobierno de José Joaquín Pérez. A su vuelta del Perú, trabajó brevemente con su padre, D. Manuel José de Balmaceda Ballesteros (ex-Parlamentario) en las empresas agrícolas de éste.

Al tiempo después, ejerciendo como periodista, difundió sus ideas liberales a través de la «Revista de Santiago» como medio en el cual publicó sus estudios y puntos de vista referidos a los problemas políticos respecto de la libertad electoral, la Iglesia y el Estado. En dichos trabajos surgieron títulos como: «La solución política en la libertad electoral» y «La Iglesia y el Estado». En el año 1869, se integró al Club de la Reforma, donde se reunieron varios grupos reformistas y liberales. En 1886, se asoció a los escritores y Diputados Justo y Domingo Arteaga, con el fin de fundar y redactar en su compañía, el diario «La Libertad».

Un rasgo característico de sus ideales, ha sido principalmente el liberalismo, motivo por el que fue miembro del Partido Liberal cuyo programa apoyaba sin lugar a dudas la libertad religiosa, las garantías individuales, la eliminación de influencia del Ejecutivo en las elecciones, la reforma de la Constitución de 1833 y la restricción de atribuciones del Presidente de la República. Dichos puntos fueron la base de su postulación y reelección como candidato a Diputado. Tras ocupar varios cargos ministeriales entre 1879 y 1886, Balmaceda fue proclamado candidato presidencial en el Teatro Odeón de Valparaíso en enero de ese año, con el apoyo de los Partidos Liberal, Nacional y un sector del Partido Radical. El 25 de junio en tanto, se efectuaron las elecciones presidenciales de ese tiempo, donde Balmaceda triunfó como candidato único.

A poco de asumir el mando del país y ser nombrado por el Congreso Pleno como el nuevo Presidente de la República en pleno día de Fiestas Patrias de 1886, su gobierno se enfocó en el mejoramiento de la educación y el desarrollo de la infraestructura pública, a través de las riquezas obtenidas por el salitre de las cuales hizo uso. Otra de las más emblemáticas obras realizadas en su mandato, fue la canalización del Río Mapocho, la construcción de infraestructura pública entre las que se cuentan vías férreas, puentes, caminos y hospitales. Junto con ello, efectuó la construcción de la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela Naval de Playa Ancha y el Internado Nacional Barros Arana. De aquí es preciso destacar que dichos gastos fueron muy criticados por sectores de la sociedad, quienes se opusieron a estos proyectos. Por otro lado, tuvo que enfrentar la protesta obrera durante la Huelga General de 1890, lo que agravó su permanencia en el poder.

En 1891, debió aprobar el presupuesto para el Ejército y la Armada cuyo año se encontraba en curso. Fue así que ante las dificultades planteadas en ese minuto por los parlamentarios, decidió repetir el mismo presupuesto del año anterior, sin haber solicitado la autorización debida al Congreso, por lo que se vulneró el texto de la Constitución de 1833. En consecuencia, la Cámara de Diputados y Senadores del país respondió con un «Acta de Deposición de Balmaceda», cuyo fin era precisamente destituirlo. Poco después, el 7 de enero de ese año, el Capitán de Navío Jorge Montt, inició el conflicto armado en contra de Balmaceda. Por ese motivo, el Ejército se dividió entre una parte de este que lo apoyaba y otra en su contra. A partir de allí comenzaron las Batallas de Concón y Placilla, donde las fuerzas militares que apoyaban al Mandatario, se debilitaron siendo derrotadas por sus opositores. En tanto, los enfrentamientos en dichas comunas provocaron un enorme reguero de sangre.

Entretanto, la Guerra Civil de 1891 enfrentó la autoridad emanada por el Presidente de la República, frente a las atribuciones defendídas por el Congreso Nacional. Este fue sin duda el mayor conflicto interno del país en el s. XIX, que dejó un saldo entre 5.000 y 10.000 muertos. Asimismo durante la Guerra Civil, triunfó el bando parlamentario, razón por la que se instaló en Chile un régimen de esa naturaleza, predominando hasta 1925. Esta misma situación impulsó a Balmaceda a entregar el mando del país en agosto de ese año. A ello se sumó la constante pugna entre liberales y conservadores que derivó en varios enfrentamientos armados en Concón y Placilla. Cabe destacar que el error de Balmaceda fue «unir en una sola familia» a ambos bandos, lo que acabó por generar los disturbios en las calles. Tras eso, se asiló en la Legación Argentina de Santiago, redactando su testamento político junto a diferentes cartas dirigidas a su familia. Poco después de redactar todos los documentos, se suicidó el 19 de septiembre de 1891, en pleno Día del Ejército un día después de cumplir su mandato presidencial. De aquí podemos inferir que Balmaceda buscaba instaurar los postulados liberales en la política nacional, que en ese minuto era evidentemente conservadora y que hasta ese minuto mantenía una cierta influencia de la Iglesia Católica, corroborando sus ideas a través del Derecho de Patronato, eso hasta 1925, cuando Arturo Alessandri Palma, uno de sus sucesores y el Mandatario de ese entonces, separó la Iglesia del Estado reemplazando a la antigua Constitución de 1833 y que fue reemplazada por la de ese año en curso.

Salvador Allende (1908-1973):

Médico y político, fue Presidente de Chile desde 1970 a 1973, momento en que debió dejar su cargo al ser derrocado por el nuevo Régimen Militar al tercer año de ser electo. Los motivos principales fueron la alta inflación que estaba atravesando el país, sumado a una crisis generalizada que estaba afectando al país, en especial a la clase media, empresarios y pequeños emprendedores. Momentos antes, ya se había generado una rebelión en su contra a partir del «tanquetazo» ocurrido en junio de 1973, poco antes de su caída, que derivó en su salida del cargo el 11 de septiembre de 1973, cuando los militares ya habían tomado el poder y por ende, ya se habían tomado el Palacio de La Moneda tras el bombardeo previo. La dramática situación fue tal que llevó a Allende a rendirse y atentar contra su vida con un revólver que le había regalado Fidel Castro, luego de una visita oficial a Chile y haber compartido junto al Mandatario por esos días.

Allende Gossens trató de calmar sin éxito esta extrema polarización que el país estaba viviendo, como también los continuos ataques al Palacio Presidencial, ya que los militares finalmente se tomaron el poder y provocaron la salida del Mandatario. Para ese minuto, el país quedó dentro de la polaridad de la Guerra Fría, donde la hegemonía de Estados Unidos se enfrentaba con la URSS que apoyaba el comunismo y de la misma manera el régimen socialista de Cuba. Mientras tanto, los norteamericanos estaban a favor de la caída de Allende y de igual manera, respaldaban a los militares. Finalmente, ese fatídico martes 11, se efectuaron los bombardeos a La Moneda, que acabaron derrumbando gran parte de su estructura, cuya imagen dio la vuelta al mundo en pocos minutos. Tras la salida del depuesto Presidente y la entrada del nuevo Régimen Militar como gobernantes de facto del país, liderado por el Ejército, Fuerza Aérea, Carabineros y la Armada de Chile, siendo su cara visible el General Augusto Pinochet Ugarte, se inició una persecusión de quienes apoyaban a Allende, incluso con violencia y ataques armados, a la vez que en las calles,se enfrentaban con sus opositores, quienes eran adherentes al nuevo gobierno.

Consecuentemente en los años posteriores, se dieron a conocer varios registros de detenidos desaparecidos, quienes sufrieron los ataques de los militares que ya se encontraban en el poder. En razón de eso, se formaron diversos grupos que hasta hoy buscan saber la verdad de lo ocurrido, como también el hallazgo de sus mismos cuerpos que pueden encontrarse en varios lugares del país, aunque esto a la fecha no ha sido dilucidado. Por su parte, la figura de Allende sigue dejando un legado en la cultura popular, al ser visto como un referente de la democracia a la vez que de la «vía chilena al socialismo», algo que no pudo concretarse del todo tras su abrupta salida del cargo por derrocamiento. Su anterior eslogan de campaña «Socialismo con sabor a empanadas y vino tinto» fue su previa carta de presentación al querer instaurar un nuevo gobierno socialista en el país donde todos fueran parte, pero en el que nadie vio venir las consecuencias derivadas de la misma crisis y el desabastecimiento que afectó a todo Chile, lo que acabó pulverizando sus mismas ideas y lo que buscaba construir en ese momento.

Fuera del ámbito político y aprovechando su formación de médico cirujano, escribió una obra denominada «La realidad médico-social de Chile» (1939), que obtuvo el Premio Van Buren en 1940. Incluso, escribió documentos, monografías, folletos y artículos en varias publicaciones, como el Boletín Médico de Chile y de Medicina Social. A la vez, fue co-autor de un plan de Salubridad Nacional y de Unificación de los Servicios de Sanidad. Antes de ser Presidente de la República, tuvo varios cargos parlamentarios entre los años 1937-1970. En 1994 y tras el retorno a la democracia cuatro años antes, ocasión en que se reabrió el Congreso, se autorizó el levantamiento de tres monumentos en Valparaíso, Santiago y Punta Arenas. Ello quedó en evidencia gracias a la Ley 19.311 que permitió llevar a cabo estos menesteres. Su legado político en tanto, es continuado por su hija Isabel Allende Bussi y su nieta Maya Fernández Allende.

Con todos estos datos recogidos y a modo general, podemos concluir que estos tres personajes tienen en común la búsqueda de un mejor propósito para el país, implantando planes de gobierno que contribuyan a su mejora y desarrollo. No por nada, la historia también se hace parte de este ámbito, ya que se escribió cómo fueron los hechos desarrollados en ese contexto. Manuel Rodríguez buscaba la Independencia del naciente territorio de Chile, si bien recurrió a todo tipo de artimañas y estrategias para llevar a cabo su plan, incluso disfrazándose para escapar de sus perseguidores leales a la Corona española. José Manuel Balmaceda a su vez buscaba implantar el liberalismo en el país, sobre todo en la política y Salvador Allende, buscaba para su gobierno la «vía chilena al socialismo», lo que se vio interrumpido por el Golpe de Estado que vivió en 1973. En el fondo, estos tres personajes murieron por un ideal, algo que poco se ve hoy en día, pero que de una u otra manera, contribuyeron a una posibilidad de cambio, mejora y desarrollo a lo largo de la Historia de Chile.

Lo demás, queda a criterio de la ciudadanía y de los lectores, muchos de ellos, protagonistas de los hechos ocurridos en el último tiempo, quienes libremente emiten sus opiniones y versión de estos.

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