NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA UNIVERSAL/GESTAS PATRIÓTICAS.
En el contexto de lo que se conocería a la fecha como la Unificación Italiana, a comienzos del s. XIX, Napoleón Bonaparte quiso unir Europa bajo su mandato, sin embargo, logró lo contrario: despertó en muchos sitios del continete el deseo de independencia. Por tanto, se acrecentó el resentimiento contra la ocupación francesa mientras que la vuelta al imperio austríaco caló hondo entre una parte de los intelectuales del norte de Italia, principalmente lombardos y piamonteses. Ello llevó a que muchos de ellos, obviamente alimentados por el movimiento romántico y el lejano recuerdo del Imperio Romano, soñaran con materializar dichas aspiraciones a fin de conformar una nueva Italia unida, y que fuese guardadora histórica de las glorias del pasado.
Fue así que contra todo pronóstico y jugando de manera hábil sus cartas, el Reino de Cerdeña navegó entre las tortuosas aguas de la diplomacia europea, logrando adueñarse uno por uno, de casi todos los territorios itálicos: sin embargo, Italia tardaría mucho más en formarse siendo a menudo de una forma claramente dolorosa. En tanto, las cicatrices de la unificación hasta hoy se sienten, luego de casi 160 años a consecuencia del modo en que se hizo. Como en Italia calaron hondo los ideales de la Revolución Francesa y asimismo del movimiento romántico en una parte de la población, muchos de estos habitantes iniciaron los primeros movimientos antiimperialistas en toda la nación y cómo no, en la Ciudad Eterna, Roma.
En ese minuto surgió un movimiento masónico denominado Carbonería, que era la principal opositora al Imperio Austríaco y que controlaba el Reino Lombardo-Véneto en el norte de la península. Este y otros más, organizaron una insurrección a contar de 1820, contra el absolutismo imperante y el dominio de Austria que sería reprimido y severamente castigado. La primera idea de Unificación del territorio italiano fue impulsado por Giuseppe Mazzini, considerado hasta hoy uno de los padres intelectuales de la unidad italiana. A partir de allí el nacionalismo y los movimientos liberales se fusionaron, a través del movimiento La Joven Italia, que abogaba por una república en la que se incluía a todos los territorios de la península, sometidos por un gobierno absolutista, claramente extranjero.
Así, Mazzini se unió a su compañero que pertenecía a la marina sarda, Giuseppe Garibaldi quienes lucharon para obtener este nuevo proceso de conformación del territorio italiano, lo que llevó a varias manifestaciones en Génova que pertenecía al Reino de Cerdeña, especialmente en 1834, pero que tras el fracaso de este intento de reconfiguración del territorio, ello llevó a Mazzini y a Garibaldi a exiliarse después de la insurrección. Pese a ello, durante el gobierno del Rey Víctor Manuel II de Italia, surgió la figura de Camillo Benso di Cavour, Ministro del monarca que fue considerado uno de los artífices de la Unificación Italiana, quien destacó por su hábil diplomacia y su amplia red de alianzas que contribuyeron decisivamente al nacimiento de Italia, pero principalmente en favor de la monarquía a la que servía: debido a ello, Cavour fue acusado varias veces de ser un calculador que, bajo el pretexto de la unidad italiana, buscaba extender los dominios del Reino de Cerdeña. Por ese motivo, se enemistó con Garibaldi, de quien temía que su carisma provocara una revolución republicana que escapara de su control.
Con todo, Cavour fue el creador del periódico Il Risorgimiento (El Resurgimiento) en 1847, donde expresaba sus ideas del nacionalismo y a la vez del liberalismo moderado, teniendo sus bases principales en Turín. Con ello, Cavour logró convencer a los italianos de que la Unificación compensaría las pérdidas territoriales que en un minuto fueron anexiones por parte de Austria y a la vez de los reinos autónomos como el de Cerdeña y la dinastía Borbón. Una prueba de ello es que Cavour luchó contra las colonias francesas en África Oriental consiguiendo la victoria. De paso sus ideas liberales y a la vez masónicas fueron claves en medio de toda su pericia de conocimientos y estrategia política que darían forma al nuevo corpus que adoptaría Italia posteriormente.
Entremedio de todo este tejido de influencias y maniobras diplomáticas, Cavour hizo un pacto secreto con los franceses, provocando a Austria que a la vez fue derrotada por las fuerzas militares de Francia y Cerdeña. Poco después, Camillo Benso di Cavour fue Ministro del Reino de Piamonte-Cerdeña a lo largo de toda la Segunda Guerra de Independencia Italiana. Así, tras proclamarse el Reino de Italia, el lider liberal logró convertirse en el nuevo Primer Ministro del territorio. Para ese entonces, la monarquía italiana ya contaba con las primeras bases del liberalismo entre sus estatutos, garantizando cabida a los intereses del pueblo. Cavour falleció en 1861 en su ciudad natal, Turín a causa de la malaria. Sin embargo, su épica hazaña en busca de una identidad de corte republicano para Italia, fue lo que acabó asentando el desarrollo y a la vez, identidad definitiva del pueblo italiano que con los años, acabaría formando su propia república, acentuando el sentimiento nacional en el país de la bota.