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El acuerdo entre la comunidad mapuche y la Diócesis de Villarica marca un precedente en el diálogo entre el Estado, la Iglesia y el pueblo mapuche, avanzando en la reparación de la pérdida de tierras ancestrales en la región de La Araucanía.
La Araucanía, Chile – La comunidad Domingo Ñancucheo y Domingo Melín, de la Región de La Araucanía, ha alcanzado un acuerdo histórico con la Diócesis de Villarica para el uso colectivo de tierras que, según estudios antropológicos recientes, les fueron usurpadas tras la instalación de una misión Capuchina en 1883.
A partir de los antecedentes históricos se generó un acuerdo, que ha sido registrado en actas oficiales por la Comisión por la Paz y el Entendimiento y será archivado en la Secretaría General de la Presidencia (SEGPRES), representa un hito importante en los esfuerzos de reconocimiento y restitución de tierras ancestrales mapuches. El caso de Domingo Ñancucheo y Domingo Melín destaca como ejemplo del poder del diálogo y la negociación en la resolución de conflictos históricos entre la Iglesia y el pueblo mapuche.
Un Rescate de la Historia en el Título de Merced
La historia de la comunidad Domingo Ñancucheo se remonta a la entrega de un Título de Merced, que le otorgó el derecho sobre territorios específicos a fines del siglo XIX. Sin embargo, la instalación de una misión Capuchina en 1883 no sólo se situó junto a estas tierras, sino que también ocupó parte de los terrenos ancestrales, generando un conflicto que persiste hasta hoy. La comunidad mantiene que la ocupación de la misión no sólo fue territorial, sino que también alteró profundamente la forma de vida y la cultura de los Ñancucheo.
En 2023, mediante un informe antropológico elaborado por Víctor Naín y por las gestiones del descendiente del lonko Maorí Ñancucheo, antecedentes que se presentaron a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), lograron probar que la comunidad sufrió una pérdida significativa de sus tierras tituladas. Este hallazgo fue un punto de partida crucial para el diálogo entre la comunidad y la Diócesis, facilitado por el compromiso de esta última en reconocer la afectación histórica y colaborar con la comunidad.
El Comodato: Un Acto de Reconocimiento y Avance hacia la Reconciliación
El comodato firmado con la Diócesis de Villarica, concede a la comunidad Domingo Ñancucheo el derecho de uso colectivo de las tierras, en espera de la resolución final de compra por parte de la CONADI. El comodato no sólo asegura el acceso temporal a las tierras, sino que también simboliza un reconocimiento formal por parte de la Iglesia de la afectación histórica a la comunidad.
En palabras de Vicente Painel “Este es un hecho histórico porque muestra que la comunidad mapuche está abierta al diálogo y a la negociación, creando un precedente para nuevas relaciones de cooperación y entendimiento”. Este proceso es también un modelo para otros conflictos de tierras ancestrales en el sur de Chile, dado que resalta el rol de las instituciones y la buena fe en la resolución de conflictos históricos.
Perspectivas a Futuro: El Rol de la CONADI y el Modelo de Colaboración
A través de la CONADI, la comunidad Domingo Ñancucheo espera una resolución favorable en la compra de las tierras, lo que les permitiría recuperar de manera definitiva una parte de su espacio ancestral. Este caso no sólo resalta la importancia de los estudios antropológicos y el rol del Estado, sino también el valor del diálogo en este proceso.
El caso Domingo Ñancucheo se proyecta como un ejemplo para el futuro, ya que muestra cómo la búsqueda de soluciones pacíficas puede contribuir a una convivencia basada en el respeto y el entendimiento. La comunidad confía en que este proceso servirá de inspiración para otras comunidades, marcando un paso significativo hacia la reconciliación y el reconocimiento de los derechos históricos de los pueblos indígenas.
Conclusión
El acuerdo entre la comunidad Domingo Ñancucheo y la Diócesis de Villarica representa más que un simple contrato: es una promesa de avanzar juntos hacia la paz y el reconocimiento mutuo, permitiendo a la comunidad mapuche recuperar una parte de sus tierras ancestrales mientras se resuelve la compra definitiva. Este avance en el diálogo entre la Iglesia, el Estado y el pueblo mapuche podría sentar las bases de un nuevo modelo de entendimiento y respeto en La Araucanía, rescatando las dinámicas de los antiguos lonko en los denominados koyao (parlamentos).