LA VIDA EN EL SALVADOR EN PLENA GUERRA CIVIL (1979-1992): CRÓNICA DE UNA SANGRIENTA MASACRE

NOTA PERIODÍSTICA/ANÁLISIS INTERNACIONAL/CONFLICTOS.

En El Salvador, la Guerra Civil que provocó una enorme masacre de la población, se tradujo en violencia, destrucción y la desaparición de varias personas. Pues de allí se desprende que la Guerra Civil fue un conflicto armado entre el gobierno de El Salvador, que para ese entonces vivía una dictadura, y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). De igual manera, el ejército, los paramilitares y los escuadrones de la muerte fueron responsables de más del 80% de las muertes, estimadas según datos oficiales, en un total de 75.000 a 80.000 personas.

De igual modo, se estima que unos 30.000 bebés fueron enviados al extranjero para ser adoptados sin consentimiento de sus padres. Otro dato agregado es que gran parte de la infraestructura quedó destruida, lo que generó graves daños a la economía nacional. En tanto, la educación popular se convirtió en una herramienta para la lucha política y la organización social. A su vez, los motivos principales del conflicto, fueron la violencia estatal, la represión militar, la desigualdad social y la falta de democracia que en ese minuto carecía en el gobierno del país.

Un informe elaborado por la Universidad de Delaware a cargo de un experto jesuita, reveló que durante el conflicto salvadoreño, más de 75.000 personas y 12.000 de éstas, terminaron lisiadas y 8.000 se reportaron como desaparecidas. Según informes de UNICEF, casi 100.000 menores de edad fueron afectados por la contienda bélica. De igual manera, cabe destacar que la población salvadoreña es poco más de cinco millones de habitantes. Cabe señalar a su vez que la Guerra Civil en El Salvador se caracterizó por ser sangrienta, sucia y prolongada. De igual manera, entre los salvadoreños asesinados, se cuentan campesinos, estudiantes, ancianos, mujeres, niños y más del 80% de dichas muertes, fueron a manos del Ejército, paramilitares y escuadrones de la muerte, de acuerdo a una comisión de la verdad respaldada por las Naciones Unidas (ONU).

Por su parte, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que era la principal guerrilla responsable de dejar un reguero de sangre en el país centroamericano, se caracterizó por ser una organización paraguas de cinco grupos guerrilleros vinculados a la izquierda política, creados en 1980, la cual fue respaldada por Cuba, Nicaragua y los países del Bloque del Este (Hungría, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia, Bielorrusia, Polonia, URSS, etc.) Entre los hechos más sangrientos ocurridos en el país, fue el asesinato de un conocido sacerdote, Monseñor Óscar Romero en 1980 poco antes de consagrar el pan y el vino durante una misa celebrada en la Capilla del Hospital La Divina Providencia de San Salvador, y que era obispo metropolitano (arzobispo) de la capital salvadoreña. Se conoce además que Romero era un frecuente denunciante en sus homilías del atropello a los derechos humanos que vivían muchos salvadoreños. También expresó su solidaridad con las víctimas de la violencia política en el país, lo que quedó de manifiesto incluso en unas palabras dirigidas tres años antes de su muerte acerca del rol de la Iglesia en la que se «inclinaba por los pobres» (v. «opción preferencial por los pobres»), cuyo precepto está a su vez relacionado con la Teología de la Liberación, que ha causado en muchos casos, más de un revuelo entre la feligresía católica y algunos ministros y autoridades religiosas, como también en quienes lo defienden -pese a que algunos cercanos al sacerdote refieren que nunca estuvo de acuerdo-. Su asesinato en tanto, generó un gran revuelo en El Salvador, ya que mientras se efectuaban los funerales del religioso abatido por los disparos, en todo San Salvador se escuchaban protestas, en tanto eran narradas por varios medios locales y extranjeros.

Los medios de comunicación, especialmente la televisión si bien ofrecía sus propios programas como una manera de distraer a la población del caos ocurrido, entre ellos Telecorporación Salvadoreña, que incluía a rostros conocidos como el animador Willie Maldonado, en la actualidad una leyenda de la televisión local, también se hicieron eco al igual que otros canales de los hechos bélicos que ocurrieron en gran parte de los años 80 y 90 a través de los noticiarios, teniendo una cierta restricción o más bien, teniendo un cierto cuidado al emitir ciertos mensajes que fueran contra el gobierno que de paso sea dicho, fomentaba la represión, tratándose de una posición conservadora. Ahora, otros medios, incluyendo la prensa escrita que denunciaban los hechos, sufrieron varios ataques directos, entre ellos atentados dinamiteros y persecución a sus propios periodistas.

Desde ese entonces y a partir de 1980, la prensa nacional comenzó a publicar algunas columnas y editoriales políticas, que eran muy pocas en comparación con los países de Centroamérica. Además, el contenido de los diarios de mayor circulación era un 70% de publicidad, mientras que el restante 30% era ocupado por las noticias deportivas, notas sociales y las secciones de entretenimiento. La razón de estos factores es que estos diarios pertenecían a capital privado y mismos propietarios respondían directa o indirectamente a los intereses de la clase económica alta. En ese año, los tres canales de televisión privada, 2, 4 y 6 eran propiedad de un único dueño, como lo son hasta ahora, por tanto, el monopolio de la imagen televisada era evidente. Sólo un noticiero informativo salía al aire en el Canal 2 del país, «Teleprensa de El Salvador», cuyo espacio fue comprado por la empresa de León Foto, que era propiedad del fallecido Guillermo de León, considerado uno de los precursores del periodismo televisivo. Además, se desprende de aquí que las características del informativo eran más de tinte social que noticioso, por lo que las primeras imágenes que mostraban la crueldad de la guerra en televisión fueron vistas a través de ese medio, suscitando un gran revuelo en los espectadores.

En resumen, sumado a los enfrentamientos por gran parte de la población, el descalabro económico y la desigualdad social por falta de empleo y una mayor proliferación de pandillas, las cuales se formaron en los suburbios de Estados Unidos luego de que huyeran del país en razón del caos de la guerra, también mucha gente luchaba por sobrevivir en medio de una economía salvadoreña completamente devastada y de la que a muchos les costó recuperarse al término de los conflictos en 1992. Incluso hasta hoy, hay hechos que quedaron latentes desde ese tiempo y que a la fecha no han logrado resolverse. Si bien en la actualidad el gobierno del Presidente Nayib Bukele está generando un mayor desarrollo y seguridad en el país, aún falta mucho por hacer en temas de desigualdad social y hechos derivados de aquel largo conficto que a la fecha no han sido resueltos.

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