NOTA PERIODÍSTICA/GUERRAS CIVILES/CRÓNICA ROJA INTERNACIONAL.
En el año 2008, se dio a conocer desde Tanzania, la condena al cantante ruandés Simon Bikindi por parte del Tribunal Penal Internacional para Ruanda a la pena de 15 años de cárcel por la temática de sus canciones, que si bien se consideraban bienhumoradas y que prometían un eterno baile y unión de los mismos pueblos africanos, cantados especialmente en kinyarwanda, uno de los idiomas oficiales del país de manera conjunta con el francés, estas solían llamar a la violencia genocida entre las etnias del país. Por su parte, la fiscalía del Tribunal, con sede en el vecino país de Tanzania, pidió en ese minuto cadena perpetua para el artista de 54 años. Cabe destacar de allí que en Ruanda murieron en el año 1994, unas 800.000 personas de origen tutsi. Desde allí, la corte consideró que con sus canciones, en las que llamaba reiteradas veces «víboras» a los tutsis. De esta manera, Bikindi contribuyó a alimentar el odio hacia esa etnia. Por ello, el artista fue condenado además debido a un discurso dado en junio de 1994, durante el mismo genocidio. Allí precisamente, llamó a la población hutu a «exterminar» a los tutsis. Para ese entonces, Bikindi era uno de los cantantes más populares de Ruanda a mediados de los 90 y antes de que ocurrieran los hechos.
Previo a eso, el cantante enfrentó en medio de su auge musical, varias acusaciones desde 2006 por conspiración de genocidio y crímenes contra la humanidad en forma de persecución y asesinato. En ese minuto, Bikindi tenía 51 años, siendo miembro del Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo, de ideología claramente hutu, que fue fundado por el fallecido Presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana. De acuerdo a los argumentos de la Fiscalía de dicho Tribunal, las canciones de Bikindi se difundían insistentemente en la extremista Radio Televisión Libre de las Mil Colinas (Radio Télévision Libre des Milles Collines), instando a la población a hostilizar a la minoría tutsi. Por ese mismo motivo, la emisora fue conocida de manera lamentable pero célebre como «Radio Machete», debido a la hostilidad de sus mismos locutores de emitir mensajes de odio y hasta sarcasmo cruel contra la población tutsi. De igual modo, Bikindi fue acusado de consultar incluso las letras de sus canciones con el Presidente Habyarimana y otros altos funcionarios del gobierno.
Además, el Tribunal Internacional para Ruanda condenó eventualmente por genocidio a los jefes y personal de la denominada «Radio del Odio», por tocar los temas de Bikindi de manera insistente e incitar a la pelea mediante las letras de las canciones que ellos mismos proyectaban. Fue así que tras el atentado que sufrieron los Presidentes de Ruanda y Burundi, Juvénal Habyarimana y Cyprien Ntaryamira, tras caerse el avión donde viajaban se inició el caos en 1994 que llevó a la matanza en el país, siendo principalmente incitada por los medios de comunicación locales, incluida la RTLM, que ya era conocida por sus transmisiones en las que fomentaba el odio a la minoría tutsi, que regularmente eran denominados «cucarachas», lo que tratamos en una nota anterior referida a esta tristemente célebre emisora radial que promovió el odio racial dentro de Ruanda. Las canciones de Simon Bikindi por su parte, están prohibidas desde ese año donde unos 800.000 tutsis y hutus moderados, fueron masacrados por los soldados, la milicia y los civiles que actuaron impulsados por los mismos medios de comunicación, entre ellos «Radio Machete». De paso, el cantante y compositor fue detenido en Países Bajos donde vivía como refugiado en 2001. Allí comenzó su propia debacle personal y musical, quedando como el responsable de haber incitado el odio en su propia música, dañando seriamente su carrera.
Antes de eso, su música era un elemento esencial de patriotismo en el país africano como también en la lista de reproducción de Radio Ruanda, que tocaba sus canciones a menudo antes de la sangrienta guerra desde 1990 a 1994. Obviamente antes de que el Frente Patriótico Ruandés (FPR) tomase el poder. Cabe destacar además, que al momento de ocurrido el genocidio, era un «conocido compositor y cantante de música popular y director del grupo de actuación Irindiro Ballet». Se describió que sus canciones tenían «letras elípticas y melodías pegadizas», con mezcla de los idiomas francés, kinyarwanda e inglés, combinando textos de estilo rap con canciones folclóricas tradicionales. Desde allí, lanzó su primer cassette en 1990, cuyas canciones fueron principalmente tradicionales de boda, siendo incluso funcionario del Ministerio de la Juventud y el Deporte junto con ser militante del Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo, para ese minuto, el único partido político legal del país.
Tras conocerse los hechos que sin duda alguna perjudicaron la reputación personal y musical de Bikindi por provocar el odio racial y ser juzgado en Tanzania, pagando por ello 15 años de prisión desde 2008, al final la condena se debió a que el tribunal consideró probado más allá de toda duda que a finales de junio de 1994, el cantante pronunció alguna vez un discurso desde un vehículo militar Interahamwe equipado con un sistema megafónico, instando y recordando a la población hutu exterminar a todos los tutsis, refiriéndose a ellos en su minuto como «serpientes». Por ende, todos los demás cargos fueron desestimados, mientras que el tribunal consideró que si algunas canciones tenían un carácter incitador, todas estas habrían sido escritas antes de 1994, o sea, antes del genocidio, no habiendo pruebas suficientes para demostrar que Bikindi desempeñó un papel en la difusión de sus canciones en radio durante el genocidio, o bien, que se había involucrado personalmente en asesinatos o la organización de milicias que provocaron la matanza.
Aún así, el juicio se había considerado problemático por la inquietante posibilidad de que un artista fuese procesado por su obra, ya que lo cierto es que el arte se encuentra abierto a una variedad de interpretaciones. El veredicto a final de cuentas, evitó exitosamente este controvertido tema, no basándose en las canciones de Bikindi. En tanto, la cosa ocurrió cuando el cantante ruandés se encontraba en pareja con Angeline Mukabanana, una mujer tutsi. Luego que ella revelara a un medio norteamericano que su entonces pareja escribió un polémico tema llamado «Odio a los hutus» («Nanga Abahutu» en kinyarwanda), le preguntó por qué escribió esa canción, Bikindi le respondió que “el gobierno me obliga a escribir estas canciones. Si escucho que el FPR vendrá a Kigali el próximo mes, escribiré una canción para ellos», lo que fue en cierto modo una justificación ante la posibilidad de que el Frente Patriótico Ruandés ganara la guerra y desde allí el intérprete a lo mejor podría obtener algún beneficio. Ello claramente fue lo que sepultó de manera paulatina su carrera, hasta llegar al día del juicio en Tanzania por fomentar estos hechos de violencia y odio interétnico, falleciendo en prisión en 2018 por diabetes mellitus.
He aquí la historia de un cantante otroramente exitoso dentro de África, pero que terminó pagando con sus propias ideas de revolución y odio racial que fue fomentado por los medios donde participó y que respaldaban sus nefastos ideales, como la RTLM que también promovió estos enfrentamientos por las pantallas y los micrófonos, y que con justa razón no se escucha en los principales medios de Ruanda desde 1994, siendo prohibido desde entonces.
A continuación, revisa el video aquí: