NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA LATINOAMERICANA/COMENTARIO INTERNACIONAL.
Desde sus inicios, uno de los gobiernos más atemorizantes que se instauró en Haití fue el de François Duvalier, conocido popularmente como «Papa Doc», por su pasado de médico. Aquel hombre que pasó por varios empleos y puestos en el área de la salud desde su graduación de la Universidad de Haití en 1934, desarrolló su labor en varios hospitales de Puerto Príncipe mientras que en sus ratos libres estudió profundamente el vudú, una de las creencias ancestrales más conocidas de su país. Se trata de una religión popular que podría considerarse pagana, la cual mezcla elementos cristianos con mística africana, que se instalaron en el territorio conocido como La Española (lo que hoy comprende las naciones de Haití y República Dominicana) por el lado oeste a la llegada de los colonos franceses. Cabe señalar que esto último se dio en tanto importaban esclavos africanos, quienes instauraron en la isla sus propias creencias venidas de aquel lugar. Desde allí, el que sería el dictador de esta diminuta nación caribeña, veía en esa religión el auténtico espíritu del pueblo que se había rebelado contra sus amos entre 1797 y 1804, comenzó a reclutar a varias brujas y hechiceras a fin de ayudarle en su nueva tarea.
Tristemente célebre, uno de los más temidos espíritus ancestrales del país y por ende de la creencia vudú, es el Barón Samedi, (sábado, en francés), que a su vez es un ente oscuro y a la vez, de los muertos y los cementerios. Este terrorífico personaje considerado el dolor de cabeza de muchos haitianos, suele ser representado con frac negro, sombrero de copa y con la nariz cubierta de algodones, tal como se suele hacer con los difuntos antes de enterrarlos. Duvalier precisamente imitó su apariencia, pronunciando discursos con una lenta y potente voz nasal, sobre todo en la radio donde creía ser la reencarnación de este macabro personaje. De paso, entre los rumores difundidos, se decía que Duvalier hablaba con espíritus mientras se bañaba y que además examinaba entrañas de cabra en el Salon Jaune (Salón Amarillo) del Palacio Nacional.
Desde su ascensión al poder en 1957, Francois Duvalier fue apoyado por sectores de la milicia haitiana, convirtiéndose en el nuevo presidente del país por un periodo de 6 años. Previo a eso inició una campaña de corte populista, donde afirmó plenamente la negritud apelando a la mayoría afrohaitiana y oponiéndose por consiguiente a la élite mulata que gobernaba el país en aquel entonces. A partir de ahí, Duvalier padre aprovechó de consolidar su poder renovando la tradición vudú, y erigiéndose como el nuevo sacerdote de dicho credo. En ese momento, aprovechando que decía ser la reencarnación del Barón Samedi, hablaba lento y nasal, usando además gafas oscuras para complementar su propio personaje a través del terror impositivo.
En abril de 1963, se descubrió una conjura militar contra Francois Duvalier, encabezada por el Teniente François Benoit, en el que murieron un sargento que era el chofer de los Duvalier, dos militares más que eran parte del grupo y un miembro de la Guardia Nacional, conocida como los Tonton Macoutes, que eran la policía secreta de Haití y fiel a la dictadura. La policía haitiana ingresó en el domicilio de Benoit, considerado el autor material e intelectual del atentado, pero al no pillarlo, mataron a su padre Joseph, un juez retirado, a su madre, a dos visitas y a las tres nanas que estaban en la casa. Obviamente, los hijos del Presidente Duvalier salieron ilesos, pero el Mandatario reaccionó violentamente. Tiempo después, y luego de un enfrentamiento con República Dominicana después del atentado en su contra en el que se advirtió, Benoit estaba escondido en la embajada de dicho país, se afianzó en el poder apartando a los militares que no le eran leales y prohibió los partidos de oposición junto con aplicar una severa represión política.
Su mandato pasó a ser desde ese momento, represivo y brutal, ocasión en que creó una milicia personal, inspirada en los «camisas negras» del fascismo italiano de Mussolini, denominada «Volontaires de la Sécurité Nationale» («Voluntarios de la Seguridad Nacional», VSN), a fin de proteger su seguridad fuera de Puerto Príncipe. De allí, el nuevo cuerpo de seguridad estatal se denominó Tontons Macoutes («viejos del saco» en créole), siendo las tropas de choque del gobierno que fomentaron la represión en el país ante los movimientos oposicionistas en este. Como estos cuerpos militares no recibían pago, se financiaban ellos mismos mediante crímenes y extorsión. A la vez, Duvalier se benefició militarmente a través de la Guardia Presidencial Haitiana, que le era leal al mismo tiempo que desconfiaba del Ejército nacional, a quienes les redujo el armamento.
A fin de evitar que los haitianos disidentes huyeran a Cuba, Duvalier se apoyó en la Guerra Fría y explotó el miedo al comunismo a fin de justificar aquella represión y obtener el apoyo de Estados Unidos. En 1960, pronunció un discurso en Jacmel, ciudad ubicada en el sur de Haití, donde recalcó la orientación política de su régimen con ayuda estadounidense. Cuatro años más tarde, se erigió como nuevo Presidente vitalicio realizando dicho cambio en la Constitución, dando lado a designar a su propio sucesor, siendo reelegido previamente por seis años más. En 1966, expulsó a los sacerdotes católicos extranjeros, logrando que el Vaticano le permiitiera elegir miembros de la jerarquía eclesiástica de Haití, por lo que debían ser representantes locales. Aparte, logró controlar la isla con representantes del clero que le eran leales a él. Instauró el culto a su personalidad, a la vez que se benefició maliciosamente con fondos de su propio gobierno.
De ahí en adelante comenzó una época de gobierno del terror en el país, provocando asesinatos contra civiles que estaban en su contra. Incluso a sus adversarios políticos los acribilló sin misericordia mientras otros huían a Cuba o Guatemala, donde les concedían asilo político a través de sus embajadas. Quienes no pudieron huir, sufrieron las consecuentes represalias del Gobierno. Duvalier por su parte, que gobernó con mano dura el país, hizo gala de la censura, asesinatos políticos, y el apoyo de los Tonton Macoute, mantuvo su hegemonía dictatorial hasta su muerte en 1971, siendo glorificado como una divinidad por sus seguidores. Luego de eso, su hijo Jean-Claude Duvalier, asumió el cargo con sólo 19 años, basando sus decisiones en los dictámenes de su madre Simone y su hermana Marie-Denise, siguiendo la línea dejada por su padre en la Constitución. Para ese entonces, Bébé Doc, como fue conocido el nuevo mandatario, gobernó autoritariamente el país también siendo presidente vitalicio. Tras la muerte de su progenitor, Haití ya se hallaba en una pobreza extrema, siendo la más pobre nación de América, número uno en analfabetismo y con la salud pública hecha un desastre. Jean-Claude Duvalier tras continuar dicho mandato y hundir aún más el país, fue derrocado en 1986 huyendo a Francia con su familia luego de 15 años de un gobierno que no dio el ancho y llevó a Haití cada vez más a la ruina. En tanto el cuerpo de su padre fue desenterrado por una multitud, siendo destruida su cripta y el cadáver apaleado ritualmente.
Con ello, se puso fin a una de las dictaduras más brutales que dejó consecuencias nefastas en la isla, con gobiernos inestables y una pobreza de la que aún no puede despegar. .