NOTA PERIODÍSTICA/HISTORIA/COSTUMBRES LOCALES/LEYENDAS URBANAS Y RURALES.
En la comuna de Victoria, fueron habituales los hechos de delincuencia a comienzos de siglo, a la vez que se construyó el ferrocarril, llevando al aumentó de la delincuencia y el bandolaje en la zona. Según registros de la época, muchos obreros que trabajaron alguna vez en esta obra, eran ex-presidiarios o con gente con antecedentes penales, quienes luego de las faenas, acecharon especialmente a los colonos creyendo que tenían bastante dinero, lo que no estaba comprobado. Incluso, hasta antes de 1900 se habían cometido más de 20 fechorías, entre ellas robos, asaltos, crímenes, etc.
En ese momento, los inmigrantes quienes desconfiaban de los «extraños», daban la comida al exterior o al menos en el patio mientras que sus miembros, especialmente mujeres y niños se encerraban en piezas interiores bien protegidas. Pues desde allí, dichos individuos llegaron a desvalijar casas enteras, robando desde los servicios arreos y monturas. Ante esto, se nombró como Jefe de Policía a Hernán Trizano, quien hacía huir a dichos sujetos para luego matarlos por la espalda, motivo por el que fue cuestionado al querer aplicar justicia. Cabe señalar que en ese minuto, Victoria al ser un pequeño pueblo de La Frontera, recibió el impulso de muchas familias que colonizaron dicha zona, procedentes de países como Suiza, Alemania, Francia, Palestina, España, entre otras nacionalidades.
Incluso hacia la década de 1890, se establecieron en Victoria unos 6.894 colonos, cuya suma se desglosa en un total de 2.599 suizos, 2.703 franceses, 1.082 ingleses, 339 españoles, 65 rusos, 54 belgas, 48 italianos y 4 norteamericanos. Desde allí, Hernán Trizano se encargó de organizar el Cuerpo de Gendarmes de las Colonias que actuaba como una especie de policía rural en la zona, abarcando el resguardo en Arauco, Malleco, Cautín, Valdivia y Llanquihue, a fin de cuidar las reservas forestales e impedir que fueran destruidas y saqueadas por bandas de labradores clandestinos, pese a que también Trizano fue cuestionado por un uso excesivo de la fuerza, lo que se traduce hoy en día como abuso de poder.
Por lo mismo, estos colonos asentados en la zona, eataban protegidos por las fuerzas del Ejército de Chile, llegando a enfrentarse contra el bandolerismo, muy común en esa época. Esto pasó debido a que llegaron del norte varios bandidos y forajidos desde el Bío-Bío, quienes al esconderse, se hacía muy difícil su captura. Cabe destacar que en una Araucanía dominada por el bandidaje, los trabajadores veían resignadamente cómo perdían el fruto de sus labores. Dicha adversidad llevó al gobierno chileno a crear policías rurales que dieran por terminado el problema. De esta manera, uno de los escuadrones de policía rural fue encabezado por el entonces Alférez Hernán Trizano.
De igual manera, Trizano se encargó de reunir el contingente para las funciones policiales, logrando el reclutamiento de una dotación que incluía un sargento, cuatro cabos y dieciséis soldados. Por ello, el exiguo aporte fiscal sólo le permitió adquirir 12 revólveres Smith & Wesson, 25 carabinas Comblain, un igual número de yataganes y 11 sables de caballería. Por lo mismo, este grupo de uniformados consiguió poner en fuga a dichos grupos, haciéndolos retirarse al norte del Río Bio-Bío. En razón de sus méritos, se destinó a Trizano al Estado Mayor de la Plaza de Cautín en septiembre de 1887 con el grado de Teniente. Dos meses más tarde fue nombrado Comandante de la Policía Urbana y Rural de Angol. De esta manera y ejerciendo ese último puesto, Trizano recibió el nombramiento de Capitán, siendo confirmado el 8 de abril de 1890. Si bien Trizano es visto como un héroe por muchos colonos de ese tiempo, también es catalogado como un líder que encabezó el combate al crimen a pesar de haber empleado métodos brutales contra quienes resultaron responsables.
Según señala una publicación de «Azkintuwe», el oficial de origen italiano poseía una extremada «sangre fría» a la hora de imponer la ley, con fusilamientos sin juicio previo y malos tratos hacia sus hombres.
Lo que sí es cierto, es que el nombre de Hernán Trizano figura en gran parte de la zona de Malleco y otros puntos de La Araucanía, sobre todo en aquel Temuco rural que comprende la antigua zona de lo que hoy es Calle Balmaceda y el Barrio Coilaco, donde muchos de sus lugares y plazoletas, en especial el Cementerio General donde un patio lleva su nombre, recuerdan su memoria y trabajo policial, sabiendo los métodos de fuerza empleados para hacer cumplir la ley, algo que muy pocos conocen, pero que la historia recuerda por aquellos años.