NOTA PERIODÍSTICA/CRÓNICA ROJA/ARCHIVO CRIMINAL/TELEVISIÓN.
En 1975, uno de los más bullados casos criminales sacudió la crónica roja nacional: se trató de una manipuladora de alimentos que fue tristemente célebre por envenenar la leche de los estudiantes de una escuela rural de Huequén, sector cercano a la comuna de Angol. Todo esto comenzó cuando dicha mujer llamada María Riffo, se trasladó a dicha zona en busca de mejores oportunidades laborales con 10 de sus 12 hijos, ya que dos de estos murieron por complicaciones derivadas de carencias alimenticias que sufrieron cuando vivían en el campo. 21 años después, más concretamente en 1996, Televisión Nacional de Chile (TVN) estrenó la cuarta temporada de su emblemático programa de casos policiales «Mea Culpa», conducido por Carlos Pinto, que era ampliamente visto por los espectadores nacionales, imponiéndose en el rating estelar del momento.
De acuerdo a la historia emitida por ese entonces, María Riffo arrendó un lugar de precarias condiciones adonde se trasladó con su familia, logrando matricular con su marido a los niños en diversas escuelas del sector de modo que pudieran acceder a una buena educación. En tanto, María, al verse obligada a buscar una forma de sustentar a su prole, consiguió trabajo como manipuladora de alimentos en una escuela rural, donde estaba a cargo de dar desayuno y almuerzo a los estudiantes del lugar que más lo necesitaban. Cabe señalar que estos niños, de acuerdo al relato de Carlos Pinto, presentaban diversas carencias alimentarias por lo que la fuente esencial de su nutrición, era el clásico desayuno de leche con galletas, lo que les servía para resistir la dura jornada de clases, mientras que en sus hogares y según las palabras del periodista, estos niños eran subalimentados, por las carestías económicas y de recursos que presentaban sus grupos familiares de donde venían.
Una vez allí, la mujer se ganó el cariño de profesoras y estudiantes, teniendo en todo ese tiempo una conducta intachable en su trabajo, mas su vida se vio seriamente afectada después de que su esposo falleciera meses más tarde, por lo que cambió radicalmente en ese aspecto. La gota que rebalsó el vaso durante este complejo momento, fue cuando contrataron a dos nuevas manipuladoras en dicho colegio que serían sus asistentes, lo que le fue informado por el director del colegio, sintiendo en ese momento que su labor en el colegio se viera seriamente cuestionada, donde además, los miembros de este establecimiento desconocían que no sabía leer y escribir, razón por la que ocultó durante mucho tiempo su situación, en razón de la vergüenza que ello le acarrearía así como un posible despido.
De acuerdo al relato presente en el capítulo animado por Carlos Pinto, la manipuladora empezó a adoptar un cierto odio por sus nuevas compañeras, motivo por el que decidió buscar una manera para “sacarlas” del camino. Lo primero que hizo fue conseguir veneno para las pulgas con su yerno, que al no encontrarlo, le consiguió veneno para ratones, quien le aseguró que era «refuerte» para aquellos bichos, sin saber su verdadero propósito. Finalmente, lo vertió días más tarde en el suplemento de leche y cereales, que le era dado a los alumnos por las mañanas al desayuno. El día de aquel macabro crimen, la trabajadora decidió no enviar a sus hijos al colegio, a la vez que faltó a su trabajo, momento en que aseguró que estaba enferma.
Sin embargo, las otras dos cocineras prepararon la leche para los pequeños, desconociendo el proceder de su compañera que ya la había envenenado antes, por lo que una vez servidas las leches con el veneno agregado, los alumnos resultaron intoxicados, lo que provocó un colapso en el centro asistencial cercano para aquella época, al que llegaron más de 60 niños afectados y que se debatían entre la vida y la muerte, mientras los médicos de turno intentaban buscar una solución al problema. Dichos estudiantes que sufrieron los efectos de la intoxicación fueron trasladados de forma urgente en ambulancia y en buses de recorrido intercomunal. No obstante, en medio de este dramático momento, varios menores afectados no lograron sobrevivir en razón de la alta cantidad de veneno ingerida, causando un gran revuelo en la comuna de Angol.
Luego de lo ocurrido, María Riffo fue citada a declarar sobre su inasistencia al trabajo y el por qué de no haber enviado a sus hijos al colegio, donde finalmente confesó haber puesto el veneno en la leche, siendo detenida en el lugar. El capítulo la muestra en el momento en que es linchada por la comunidad de Angol y llevada a prisión por Carabineros. Posteriormente, la justicia la declaró culpable, lo que la llevó a cumplir condena en la Cárcel de Mujeres de Santiago, donde estuvo 17 años. Luego de eso, su hijo mayor se hizo cargo de ella, mientras que el resto de sus hijos la abandonó debido al crimen cometido.
Por último, cabe destacar que al momento de ser entrevistada por Carlos Pinto al final del capítulo, la mujer aseguró no ser la autora del delito, sino que confesó a fin de que los niños no faltaran al colegio, donde aseguró que todo lo hizo «por un bien común». Así, pese a elaborar su propia coartada de los hechos, los resultados en base a lo ocurrido finalmente dijeron otra cosa, ya que quedó todo registrado en los expedientes judiciales de la misma María Riffo como autora de este macabro hecho, siendo todo lo demás corroborado a lo largo de este fuerte capítulo, emitido en 1996 por la señal estatal que provocó un enorme impacto en la teleaudiencia de ese entonces que seguía fielmente el programa. Un homicidio que acabó con la vida de varios niños que estudiaban en ese colegio y que hasta hoy la comunidad angolina no olvida.